martes, 8 de noviembre de 2011

Leerte el horizonte es entrar en tus reinos
luna callada de tu corazón
es alimentarse de salvajes hiedras
de savia y siropes de palmeras
es contagiarse del olor a playas desérticas
leerte la piel es como acariciar el tercipelo de la mar
como saborear el sonido especiado del jengibre
como si estuvieras horneado de almendros en flor
leer tus costillas es como entrar en Delfos
y reconocerme en ti, reptando por tus vértebras,
tus músculos de argón, buscando tus lunares
como si fueras Orión y tuviese que cazarte
leerte poco a poco, tan despacio que fueras fundido
en el cuenco de  la Diosa y yo Ariadna
y tú el sacrificio en mi manos ovilladas...


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