Y es el talle de la Luna
el que te retiene, enamorado.
Sometido a la garra de la loba
no haces sino perecer
prisionero de pedazos del azar
mientras no deja de llover en tu corazón...
Sigue huyendo
desmigaja el vuelo de mis brazos
confidentes,
destilando amaneceres de papel
aquí, donde se agotaron las escapatorias...
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