lunes, 30 de mayo de 2011

A

Son estas ausencias de helechos
enmudeciendo el hormigón de mis máscaras
cuando me cobijo entre cipreses y rosa palo
de ungüentos en las manos para hacer de gata
ronroneando cerca de tus murallas herculianas

para arrancarte las tensiones de las calles
ese móvil estúpido que no dice nada, nada, nada
el dolor del tiempo, las cicatrices del fútbol
la savia de tus venas que envenenan mis ojos...

son esas ausencias de rododendros sin florecer
por las que lloro, por esas montañas de edelwais
tus ojos sembrados de ranúnculos
por tu piel dormida de lapislázulis en mis uñas
arañando un vino de tu lengua en combate con mis mares

son esas ausencias de salvia en tu eco
en tu astucia de samurai preparando la paz
en mi ombligo arrodillado
y es la estrella del sur la que sella tu armisticio
amor mío, aquí, entre mis papeles que arden
tanto, como mi hambre por ser tu reflejo en el mío...



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(La A realmente es una montaña con un bindu (puntito) en el centro.)

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