lunes, 21 de octubre de 2013

Qué ingenua
al alimentar mi alma con obsesiones
al beber de la tarde su mandrágora
al creer que la vida no tiene deudas
que no es cárcel morir cada noche
que no se hace necesaria cada gota de resistencia.

No respondo a la muerte de las flores
al ingrato desvarío de mis días grises
a la imprudencia que roe mi desmemoria.
Es mi perdición cauterizar el final insatisfecho
robar la paz del silencio de las piedras
asesinar la luz del sol en mi puerta.

Es delirio horadar el territorio de los sueños
acribillar la seguridad del amor
caer en el precipicio del nudo en la garganta.
Es delirio ser la decisión de la locura
perder el mundo y perder la libertad.


domingo, 20 de octubre de 2013

He tenido que aprender yo sola
aferrada a volar sin alas
como si no quedaran puertos donde amarrar el cuerpo
con el viento en contra
aprender a deshabitar las calles
a no perder cuando amenaza la locura.
Supe convenir con las nubes los sueños
conspirar mi lengua con el silencio de las décadas
convertir el mar en un cajón de sastre y vestirme de olas
mientras todo pasa en los siglos de mi casa.
Ahora abro las puertas a las esquinas de mi cuerpo
y bebo de las tormentas

estoy a salvo mientras me vuelvo invisible a los ojos de la tierra.