No quedó ni una hora vacía de ti.
El mundo giraba sobre unos pies de agua
la vida era infinita en su pedestal
y mientras tanto, te cortejaba la araña
y su hilo era una melodía inmortal, de sueños.
Quise robar a Pegaso sus alas invencibles
pero su licor divino tensó mis huesos
y cuando vuelo hacia ti
pétreo se me vuelve el secreto de tus primaveras.
Quemé la jaula que cantaba en tus madrugadas
y ya no hay cielo que me impida atraparte,
más no finjas un arco iris...
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Te agradezco tu visita y tu comentario.