miércoles, 30 de enero de 2013

Me llamas


Me llamas libre
y siento el tiempo detenerse
se detiene el río, no horada la roca
se abren las puertas que vierten su humo
gotean especia contra las murallas
y la libertad es un pedestal que se estingue
el dominio de un ladrón de sueños...

Me llamas callada como un árbol
y sigo tus pies descalzos por los caminos
se abren las moradas de los líquenes y de musgo
y sus ventanales, me llaman, callada...

Pero el sonido es oscuro en tu cuerpo
no me invita a visitar tu corazón
y entonces mi concavidad reside en tu tierra
esperando.

Me llamas fuego
pero no tengo flamígeras manos
y sólo queda la brevedad del rocío en tu laberinto
pues tú no ves con tus ojos blancos
no ves, cerca de la hoguera, no ves caer piedras
que apagan los incendios de esta caricia
y todo, se retuerce de gemidos al viento, de cenizas...

Me llamas distancia
y desciendo a las profundidades de la laguna
donde una espada se clava en mi poder de elegir
me convierto en libélula para escapar del naciente
consolada por panfletos que hablan de liberación
pero yo no soy libre, nunca lo fui, sólo gotas de plata
de una luna carcelaria que declina sobre sílabas...

Sucede que no alzo mi lápiz para encontrarme a mí misma...

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