lunes, 28 de enero de 2013


Ya no puedo seguir escuchando al viento
llamarte
agitar tu nombre entre tumultos de aire
como si yo sólo fuera tu guardiana invitada

y esta monotonía de cadáveres de mí
estuviera pensando en devolverle el pasaporte al oxígeno

aguijonearte con la súplica de una mentira
por si acaso te quedaran huellas sin esculpir

no dejar de fundar estaciones bajo tus pies.

Declino la compostura.
Prefiero reflejarme en la tierra que pisas
perderme en tus horas grises...

No niego que tú decretes la asfixia
pero no sobre mis pasos
delito es, más sobre tu constelación de ave...

Y... quién soy yo para detener tu divinidad...

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