martes, 15 de enero de 2013


Hay un silencio en el silencio de las murallas
mengua hasta la Luna y sus flores
el Sol parece enloquecer y los mares
ya no siembran cosechas de amor

y sangra la verdad en este desfiladero de cuarzos
incluso se acalla la piedra insomne.

Cuando las murallas caen, se silencia el miedo
naciendo jardines entre tu pueblo y el horizonte
hasta llegar al desorden en mi agenda de azabaches.
Todo lo puede la llanura, el sicómoro y la mudanza...

Todo sabe a yerbabuena cuando no hay fronteras
aquí, entre las alamendas y el almizcle de tu raíces
entre el gentío y la rueda del amor.

Si acallas tu latido no puedo componer compases de risa
de fiestas y de nacientes, si acallas tu sueño
puedo morir por el espejismo
de una vida sin tu música, la que orquesta mi mutación

y me hace dibujar en tu voz la posibilidad de ver caer
todas las murallas que separan mi mar de tus orillas
de ver caer la niebla que amordaza los corazones
de ver morir los tentáculos de los sueños pétreos...

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