viernes, 25 de enero de 2013


Quién si no soy yo
hablará de ti bajo las sábanas de las estrellas

esa
que deambula sonámbula bajo tu mirada
que acuchillaría la piel del mar
si no es el rostro del enigma que te atormenta
si no consigues la paz en tu cama...

Me respondo a tus dudas
cuando te veo llegar a mi
como un misil con la urgencia de las llagas
en barrena, tras un mundo que no te detiene...

Siempre es diminuto el instante que nos queda
cuando te nombro entre la prisa y la tarde

y el interrogante de la memoria se hace un puño
tu pretexto para ser emigrante al caer la noche
aquí, donde la salvación es ceremonia de sal y hielo

donde amar invoca al precipicio de la ofensiva
para no ser prisioneros de la clemencia de cualquier dios
y la lengua esclava de la rebeldía...

Un incierto miedo muere al abrazar tu cuerpo
y no quisiera ser yo quien anuncie la garra del amor
esperando que tú renuncies a tu estatua de mármol oceánico...

Después, en el amanecer de los días, el olvido será cosa del trance
y ajenos al mundo, desvestirnos del amor
para volver, nuevamente, la mirada, a la escasez de la mañana.



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