lunes, 24 de octubre de 2011

He mirado hoy al cielo
he podido desgranar la sonrisa que lo puebla
una Luna que se evapora, esa Luna nueva, diminuta.
Es imposible no reflejarse en ella, un punzón en el Alma
menguante un segundo más, quebrando ya su luz.
Sigue siendo la Guardiana en la noche, faro atlante.
Luna que es piedra lunar, azabache sin eclipsar
ya no hay tiempos de hogueras, ella recuerda los finales
los viejos recuerdos absurdos se difuminan en esa oscuridad
ella hace que se desvanezca el dolor al invocarla
se alejan esas cosas que parecen ancladas a los huesos.
Esa vieja Luna hace que recobre la inocencia, me vacía
me inyecta una simple gota de luz y soy más libre
ya ni pienso, no razono, sólo percibo naturaleza
no puedo resistirme al horizonte, al final de las cosas que se van
y dejo partir el navío, desde la orilla, desde la atalaya
llevándose hacia ningún puerto, hacia ninguna orilla
el lastre de mi vida, mis sombras y máscaras.


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