Te voy a enjuiciar en mi piel
con el veredicto de culpable.
Culpable por no llegar a tiempo
por no saber gobernar el mar
aquí, entre mis montañas.
Por contagiarme tu silencio
apurarme como si fuera de malvas
y no manantial de siropes.
Te decretaré mío ante las mareas
en el silencio amortajado
en el magisterio del amor.
Sentenciado a vagar en mis ojos
buscando hasta tu propio nombre
tu instante pétreo, que me queme.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Te agradezco tu visita y tu comentario.